La Santa Misa matutina ha sido presidida por el Ministro provincial de la Provincia de San Maximiliano M. Kolbe en India, Fray Leo PAYYAPPILLY, con la particularidad de haber celebrado en rito Siro-malabar, el cual es el segundo rito oriental católico más importante por número de fieles.
La presencia de los conventuales en India se encuentra sobretodo en Kerala (Sur de la India), donde este rito está mayormente extendido y se remonta a la predicación del apóstol Santo Tomás.
Los capitulares fueron guiados en este rito poco conocido, por los hermanos provenientes de India que viven en nuestras fraternidades de Roma. Esta ha sido también una ocasión para recordar y pedir por todos los que sufren en Kerala, a causa de la fuerza destructiva del viento monzón.
La homilía de Fray Jude ha recordado el compromiso de perdonar siempre, como el Señor nos pide. Aquel “70 veces 7” del Evangelio debe interpretarse también, en el sentido de que nuestro perdón toma mucho tiempo; cuando las heridas son profundas debemos esforzarnos cada día en perdonar el pecado del hermano en nuestra contra.
El debate en aula ha girado en torno a los Títulos IV y V del Capítulo V; los temas tratados han sido: el postulantado y el noviciado. La asamblea ha reflexionado sobre la grande enfermedad presente en nuestra Orden y en la vida religiosa en general: la dificultad en reconocer las auténticas aspiraciones de las nuevas generaciones y la capacidad para hacer madurar vocaciones estables en el tiempo.
Especialmente, en el occidente consumista no sólo es difícil lanzar la propuesta de la vocación, sino también mantenerla. Será una casualidad, pero las votaciones sobre el noviciado, es decir, sobre el año de prueba que se concluye con la primera Profesión de los votos, han sido las que mayor número de aprobaciones por “unanimidad” han visto.
Los trabajos se concluyeron con la votación de los “iuxta modum” admitidos por el Consejo de presidencia, y con la presentación de un texto alternativo en lo que se refiere a los principios del camino de formación. Se ha querido resaltar que cada fraile debe vivir la formación durante toda su vida; nunca se termina de descubrir y redescubrir los valores cristianos y franciscanos que conforman nuestra identidad.
Cronista: Fray Aurelio ERCOLI